El Senado es inútil (y caro): Hay que cerrar
¡El Senado!
Miles de votos olvidados, miles de votos despreciadoLos forofos del régimen seudodemorático actualmente existente en España nos aseguran que la única forma de expresión democrática es la que se efectúa a través de los votos depositados en urna… aunque vayan a las elecciones con un programa electoral falso y un Plan B oculto radicalmente contrario a las promesas realizadas. Pero ni siquiera es así pues, a veces, incluso lo manifestado por el elector el día del voto ni se tiene en cuenta, ni se le presta atención, ni se respeta mínimamente.
Veamos lo sucedido en las urnas hace ya más de dos años, en las últimas elecciones generales, ante la indiferencia absoluta de la clase política, tanto de derechas como de izquierdas: más de 2.200.000 votantes lo hicieron en blanco o nulo al Senado, nada menos que por encima del 9% de los votantes. Por el contrario, al Congreso esa cifra solo fue en torno a los 600.000 sufragios, poco más del 2%, lo cual supone un mensaje claro de la intencionalidad de los votantes: la mayoría de los que votaron nulo o blanco al Senado, votaron “normal” al Congreso… Nunca se habían alcanzado estas cifras, ni remotamente, en elecciones anteriores.
Si lo concretamos en nuestra isla de La Palma, la cifra fue ligeramente menor, aunque importante: más de 3.000 nulos y blancos al Senado, sobre el 8%. En la isla hermana de Tenerife, fue mayor a la media estatal, el 9,15% y en torno a 36.000 votos. ¿De dónde salió esa masa de voto cabreado militante, quién lo organizó, qué organización lo demandó? Ninguna. Ningún partido pidió ese tipo de voto “bronca” (como dicen en Argentina). Se autoorganizó a través de las redes sociales, y de una forma bastante caótica y poco masiva, y sin embargo, alcanzó unas cifras que ya quisieran para sí algunos partidos de los que se engloban en el sector minoritario, fuera del bipartidismo reinante. Se trata, por tanto, de un sentir popular difuso y amplio que afecta a capas importantes de la población, que podrían alcanzar cifras importantísimas si hubiese una organización política que recogiera esa marea y la recondujese hacia orillas más razonables y prácticas.
¡¡Imaginemos que algún partido, organizadamente, hubiese pedido el voto contra el Senado de forma organizada!!
Que el PP desprecie e ignore a estos miles de ciudadanos entra dentro de su vergonzosa forma de pensar. Que el PSOE peque de lo mismo, salvo por algunas esporádicas y nunca concretadas apelaciones a la reforma futura del Senado, se enmarca dentro del despiste y falta de sensibilidad popular que afecta a la organización antiguamente de carácter socialdemócrata, y hoy embarcada en una deriva suicida hacia el social-liberalismo compasivo. Pero que los que se sitúan a su izquierda, léanse IU, nacionalistas varios de izquierda, etc. sigan por el mismo derrotero y continúen aspirando a compartir escaños (algo dificilísimo para las minorías) con esa pandilla de inútiles que forman la Cámara Alta, ya hay que diagnosticarlo dentro de la ceguera política pura y dura.
¿Qué es el Senado? ¿Por qué existe esa cámara? Veamos lo que dice toda una voz versada sobre el tema como el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago Roberto Blanco. “Es una cámara inútil que no añade nada al proceso legislativo ni al control al Gobierno, y no le hace caso nadie, ni siquiera cuando veta los presupuestos”. Concretamente, los senadores no tienen la última palabra en nada. Da igual lo que decidan.
Lo cierto es que el Senado tiene tres posibles orígenes: puede ser una reminiscencia de viejas costumbres y división clasista como en el Reino Unido (Cámara de los Lores o nobles y Cámara de los Comunes o pueblo llano). Un producto de la organización federal del Estado (Estados Unidos, Alemania, etc.), que no es nuestro caso… Por último, una cámara de revisión legislativa… y ahí es perfectamente prescindible. Todos los países unicamerales, sin Senado, hacen las posibles revisiones de las leyes más “sensibles” con una comisión del mismo parlamento o congreso. Países unicamerales los hay por todo el planeta y en abundancia: en Europa los países nórdicos, Luxemburgo, zona balcánica, Grecia, Portugal, etc. etc. Por si fuera poco, en España el Senado tiene un carácter profundamente antidemocrático. Se observó perfectamente en el 2008, cuando el PSOE ganó con Zapatero las elecciones en votos tanto al Congreso como al Senado, y sin embargo en este último el PP obtuvo más escaños senatoriales. Y para las minorías, IU, UPyD, etc, salvo las nacionalistas que están concentradas en ciertos lugares, su posibilidad de lograr senadores es casi una quimera.
¿Por qué quieren mantener el Senado si es tan inútil y prescindible? Por interés partidista puro y duro. El Senado es una gran fuente de financiación para los partidos, les entra mucho dinero por ahí. También es un buen lugar de retiro para las viejas glorias que ya molestan pero no se sabe qué hacer con ellas… Senado o Consejo de Ancianos, se decía antiguamente. Además, es un buen “enchufódromo” para militantes del partido en toda la parafernalia institucional de asesores, secretarios, etc. que gira en torno a esta cámara absurda y cara, muy cara… casi trescientas señorías a mantener.
¿Se puede hacer algo? Los dos grandes partidos nunca lo harán por iniciativa propia. No van a perder ese chollo. Han hablado muchas veces de reformar el Senado, de convertirlo en algo más útil, pero han sido todo mentira. Las minorías no pueden hacer nada, incluso llegar Senado lo tienen durísimo. Seguir por la senda del voto blanco o nulo, es irrelevante, pues ya se ha visto el poco caso que le prestan incluso cuando son millones los que optan por ello. ¿Entonces qué? La única alternativa, difícil aunque posible, sería que los situados a la izquierda del PSOE, tan prestos a pelear entre ellos y tan poco dados a hacer cosas en común, por fin coincidan en algo y hagan de la supresión del Senado una bandera común, una causa común de lucha. El ejemplo del creciente apoyo a las tesis contrarias a la monarquía debería servirles de ejemplo a imitar… hoy el apoyo social a la República en España ha aumentado más allá, mucho más allá de lo que representan electoralmente los partidos claramente republicanos, y ha metido la cuña de este debate dentro del PSOE, cada vez con mayor intensidad y peligrosidad para el “sistema”.
¿Apostarán por ello? Esperemos que sí, y pronto.
Por Tomás Ramos
Fuente: La Voz de la Palma
------------------------------------------
