Siete eran en ese momento las crías de gatos
de apenas mes y medio que recogimos de las calles de Santa Cruz de La Palma. No
son solamente un número, de los que en nuestro poco tiempo de trabajo hemos
estado socorriendo. Tanto en gatos como en perros, nos hemos dado cuenta de que
nuestras sospechas no eran fundadas, y que estaban siendo superadas día a día.
Las llamadas de gente solidarizándose con
nosotros y las llamadas de personas que pedían información o ayuda, o a su vez
nos informaban de casos de abandono, nos estaban y están desbordando en ambos
sentidos. Sabíamos que los animales en la isla bonita de La Palma estaban
clamando ayuda, pero no sospechábamos que fuera tanto y tan fuerte el clamor,
porque sólo cuando comienzas te das cuenta de ello. Logramos encontrarles un
hogar en la isla a cinco, pero nos quedaban dos, y no localizamos a nadie que
pudiera acogerlos por un tiempo, pues los voluntarios que ya tenemos y que los
cuidan en su propio domicilio están ya algo saturados, y el problema es que
seguimos sin tener un pequeño albergue para estos casos más urgentes. No
disponemos de sitio amplio, solamente de los hogares de personas voluntarias.