El
chiquillo de apenas 4 años del barrio de San José, en Las Palmas de
Gran Canaria, le pidió a Josefa su Madre algo para cenar, la muchacha de
29 años recién separada, sin trabajo y con otra hija de escasos meses,
no supo como disimular que en su humilde despensa no quedaba nada, solo
un poco de café caducado y una bolsa de arroz con gorgojos, las que le
había dado la parroquia el día de Navidad. El pibe con su pijama raído,
conforme con la triste realidad de su familia, malnutrido, triste,
acostumbrado a marcharse al colegio sin desayunar se arropó entre las
sabanas, cerró los ojos y se imaginó una fiesta de cumpleaños, la de su
amigo y compa de clase Rubén, la que celebraron en aquel centro
comercial entre castillos hinchables, donde probó por primera vez el
chocolate.
La
España de Bárcenas y “El Bigotes”, gobernada por un triste y gris
presidente del Partido Popular, ostenta el mayor índice de pobreza
infantil del viejo continente europeo. Un siniestro récord solo superado
por otro país igual de corrupto como es Rumanía. Esta España de los
Madrid-Barças, los pelotazos millonarios, las estafas gubernamentales
permanentes y la generalizada corrupción empresarial, está a la par con
Grecia, Bulgaria y otros estados, donde la mafia criminal de la Unión
Europea, junto a la corrupta troika y el genocida FMI, han extendido sus
políticas altamente delictivas, implantando unas medidas de austeridad
que han empobrecido de forma espectacular a la población, que ha perdido
progresivamente servicios sociales, el acceso a la sanidad, al trabajo,
a la vivienda, al bienestar colectivo, a unos derechos
constitucionales, que esta gentuza de coche oficial y vicios caros se
pasa por el forro de sus miserias.