La geopolítica del miedo: Todo sea por “la seguridad nacional” y enemigos por todas partes
El miedo se produce por un sentimiento de inquietud causado por un peligro real o imaginario, y acaba consolidándose como una sensación de inseguridad que, desde lo individual, se vuelve colectiva. Así, el miedo de una sociedad es el estado de inseguridad.
Y, ¿quién protege a la sociedad? Los gobernantes. De ellos depende la seguridad de las personas, siempre y cuando haya algún temor que las inquiete o preocupe. Con ausencia de miedo, el individuo no necesita ser protegido por nadie. Y eso no conviene a los gobernantes.
A través de la historia, todas las instituciones que han tenido el poder han utilizado el miedo para conseguir sus objetivos: las instituciones religiosas con el pecado (el premio y el castigo), las instituciones políticas con el delito (lo correcto y lo incorrecto), las instituciones educativas con el saber (lo apropiado y lo inapropiado), las instituciones económicas con el trabajo (lo productivo y lo improductivo), y así varios ejemplos. Una vez el sistema se acepta como correcto, el individuo tiene miedo a ser improductivo, a hacer algo inapropiado, a ser castigado, etc.
Con la
creación de las leyes, que determinan el bien y el mal, aparecen los
enemigos. Enemigo es todo aquel opositor que se cuestione el sistema
establecido, y puede estar dentro del sistema o fuera. Para el enemigo
interno existen las leyes, para el enemigo externo, la guerra.
El concepto
de enemigo justifica la existencia de los defensores del sistema.
Existiendo un enemigo (aunque sea potencial), tiene que existir un
ejército. Según la lógica del sistema y de la política del miedo,
el enemigo interno quiere derrotar a los poderes acabando con el
sistema, mientras que el enemigo exterior tiene como objetivo invadir.
En el
escenario mundial actual, hemos asistido al nacimiento de un “enemigo
global”, el terrorismo, que actúa violentamente reivindicando sus causas
particulares. La imposibilidad de previsión o control sobre este
enemigo (que no tiene nacionalidad), inquieta a la sociedad, no ya de un
país concreto, sino de todo el mundo.
Todo empieza con....
Todo empieza con un derrumbe
Aunque la
famosa caída del muro de Berlín es posiblemente el derrumbe más famoso
de la Historia, y fue un hecho decisivo para el desarrollo del orden
mundial político, económico, cultural, militar y social que vivimos hoy
en día, no es este derrumbe el que inicia la dinámica de la desconocida geopolítica del miedo. Este concepto, novedoso para muchos, refleja muy bien cómo funciona el mundo actualmente.
La caída del
Muro de Berlín sirvió para consolidar a Occidente como referente del
modelo político y económico perfecto. A partir de este momento histórico
(la desaparición del bloque comunista o, al menos, de su fuerza
geopolítica), la primera potencia mundial, Estados Unidos, y sus
seguidores (los países occidentales),
no tenían un enemigo poderoso que les hiciera frente política,
económica o militarmente. Así pues, se afirmó la supremacía occidental,
encabezada por Estados Unidos.
La
consolidación del modelo occidental significa “el fin de la Historia”,
según el politólogo Francis Fukuyama, quien asegura que con este proceso
hemos asistido a “el punto final de la evolución ideológica de la
humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como
la forma final del gobierno humano”. Una reflexión que merece ser leída
dos veces.
La
geopolítica del miedo, que nace precisamente en el corazón de Occidente,
está más relacionada sin embargo con otro derrumbe mucho más reciente
que el del Muro del Berlín: el ataque a las Torres Gemelas, el 11 de
Septiembre de 2001.
Este
acontecimiento fue retransmitido por todo el mundo, y los medios de
comunicación lo publicaron como si el terrorismo fuera una amenaza que
se había extendido globalmente. Las torres en llamas y los impactos de
los aviones se pudieron ver repetidos durante semanas, clavándose en los
ojos de las personas, que jamás olvidarían aquel momento.
Inmediatamente después de los ataques, el Gobierno estadounidense, que
asumió que la seguridad nacional estaba seriamente amenazada, comenzó
una guerra contra el terrorismo a escala internacional.
Según
algunos autores, el 11 de Septiembre tuvo un efecto positivo, ya que
permitió dimensionar los peligros globales, como el terrorismo
internacional, propiciando una mayor cooperación entre los países (Beck,
U. 2002). Para otros, el papel de “policía global” que había adoptado
Estados Unidos y las medidas de seguridad que ponía en marcha, como la
Guerra de Irak (2003-2011), suponían acciones e intervenciones
ilegítimas a favor de la seguridad nacional (Todorov, T. 2008).
El 9/11 ha sido posiblemente el día más importante del S.XXI. Sirvió
para determinar el orden mundial actual, que se ha perpetrado mediante
una inteligente estrategia politico-militar por parte de Estados Unidos y
sus aliados. A partir de ese momento, portar la bandera en
defensa de la seguridad y la paz justifica cualquier acción, aunque sea
bélica. Conceptos como “seguridad nacional”, “guerra de prevención”,
“doctrina del shock” o “terrorismo internacional” sustentan la teoría de
la geopolítica del miedo.
Todo sea por “la seguridad nacional”
Es uno de los mantras del
Gobierno de Estados Unidos. La seguridad nacional está presente en
todos los discursos oficiales y se ha instalado en las cabezas de los
ciudadanos, que están convencidos de que hay un enemigo que pretende
atacarles.
Si en el S.XX el enemigo de la seguridad nacional estadounidense eran “los comunistas”, en este S.XXI el principal enemigo es el mundo islámico.
A partir de este momento, cualquier acción contra “el enemigo” está
justificada porque “está en peligro la seguridad nacional”.
De esta manera, la invasión de Afganistán queda justificada por los
ataques a las Torres Gemelas, o la invasión de Irak por el potencial
peligro que supone el régimen iraquí para la seguridad nacional de
Estados Unidos.
La defensa
de la seguridad nacional acaba legitimando la toma del poder por parte
de las fuerzas armadas y la violación sistemática de los derechos
humanos. Las guerras que buscan la seguridad y la paz
Mediante la expansión del miedo, impulsada por la necesidad de tener siempre un enemigos, se ha conseguido que gran parte de la población occidental esté excesivamente atemorizada por la amenaza terrorista. Así, ha crecido un odio hacia ciertos grupos étnicos y determinados países que difícilmente va a poder ser superado.
A través de
mentiras y constantes ataques mediáticos, la sociedad occidental ha
interiorizado el mensaje que, desde el poder, se quería transmitir:
Venezuela es mala. Irán es malo. Los musulmanes son sospechosos. Hay que
aumentar el gasto militar. Hay que estar preparados. Lo más importante
es la seguridad nacional. Estamos en peligro. Cuba es mala. Corea del
Norte nos quiere aniquilar. Hay que intervenir en Afganistán. Hay que
intervenir en Libia. Hay que intervenir en Siria. Hay que tener más
armamento que el enemigo. Debemos combatir el Eje del Mal… etc.
Como dijo
Joseph Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en
verdad”. Y así funciona la política del miedo, que, además, consigue su
objetivo al promover el odio en su país y también en el país enemigo.
El odio es
la chispa que enciende los conflictos bélicos. ¿A quién puede interesar
que exista odio en el mundo? ¿Quién sale ganando cuando hay una guerra?
Más adelante lo analizamos.
Mediante las artes de la política del miedo no
sólo se consigue convencer a la población de que es necesario entrar en
guerra con tal país o invadir cierto territorio. Con el miedo, los
gobernantes alcanzan también sus objetivos políticos y económicos. Si un
gobierno quiere que la población apoye una decisión política, lo mejor
es hacer creer a las personas que esa decisión es la correcta. Y, ¿cómo
se consigue eso? Difundiendo la idea de que no tomar esa decisión es
incorrecto, inapropiado, catastrófico, inquietante, terrorífico.
La política del miedo en España
En España, un claro ejemplo de cómo funciona la política del miedo fue el ya célebre Referéndum sobre la OTAN,
realizado en Marzo de 1986, en el que se preguntaba a la sociedad
española sobre la permanencia de España en la OTAN, a la que pertenecía
desde Mayo de 1982.
En este
acontecimiento se pudo asistir a dos prácticas muy utilizadas en la
política: el cambio de discurso y la manipulación de la opinión pública a
través del miedo. El cambio de discurso se pudo observar de manera muy
evidente. Antes de entrar en el Gobierno, el PSOE se había manifestado
en contra de la permanencia en la OTAN, usando el eslogan “OTAN, de
entrada no”. En cuanto estuvo en el poder, esa posición cambió.
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"El marketing del miedo" Miguel Jara (Periodismo Alternativo)
Miguel Jara habla sin tapujos sobre sus investigaciones |
"Se mete miedo a la población para luego venderle remedios"
¿Qué es eso del marketing del miedo?
¿Cómo
producen el miedo?
Pero no
existe buen marketing sin los medios de comunicación, ¿qué intereses pueden
tener los medios?
Fuente: www.elreferente.es
* Palabras al Aire
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