La conspiración de la FIFA: ¿se cumplirá su plan de una final Brasil vs Argentina?
Para que el negocio sea redondo, la FIFA busca que Brasil y Argentina se enfrenten en la final del Mundial
El Mundial de Futbol es el evento más
popular del mundo y, como tal, el que significa una mayor cantidad de
dinero. Es una fiesta global, pero no sólo de futbol; sobre todo de
marketing, de relaciones públicas y de manipulación política. Brasil
2014 es un gran ejemplo de lo que conlleva esta fiesta mundial. En una
de las grandes mecas del futbol, el evento genera una enorme pasión en
un país que abraza el crecimiento y el desarrollo estructural a un nivel
macro-económico, a la vez que hace más grande la brecha que separa a
las clases altas del grueso de la población (Brasil es uno de los países
desarrollados en los que existe mayor desigualdad e inflación). Vemos,
entonces, un esfuerzo gigantesco del Estado por construir estadios de
cientos de millones de dólares –a través de créditos– que no brindarán
ningún beneficio a la comunidad.
El estadio de Manaus, por ejemplo, parece ser una especie de futuro cementerio, un monumento al estilo de Dubái, completamente insostenible, situado en medio de la selva, sin un equipo de primera división: una reliquia del desperdicio y del exceso capitalista. Como este existen otros ejemplos, incluyendo una gran cantidad de gente desplazada para poder construir los estadios. Es por esto que no es extraño el gran descontento, las insistentes protestas civiles, la poca popularidad de la presidenta Dilma Roussef (hasta el punto de que el miedo a los pitidos del público ha generado la posibilidad, o al menos el fuerte rumor, de que sea la modelo Gisele Bündchen la que entregue el trofeo del campeón: algo que parece adecuado para coronar un festival de marketing y adoctrinamiento, acaso con la apoteosis de un close-up tomando Budweiser). Todo esto se traduce en una enorme presión para la selección nacional brasileña, que además tiene que combatir el fantasma del maracanzao (el antiguo fracaso) y un yermo futbolístico en una generación poco fértil en cuanto al jogo bonito que caracterizaba a los futbolistas verde-amarelas. Ahora pelean comandados por sus defensas como si se tratara de un imperativo moral, de una orden de Estado y no un placer.
En las últimas semanas se ha viralizado
un video en el que el comediante John Oliver, con notable ingenio,
despedaza la integridad del organismo rector del futbol, la FIFA –siglas
que parecen ya también identificarse con una especie de prehistórica
mafia de cuello blanco. De la misma manera que la FIFA es reticente a la
tecnología, parece también vivir y preservarse en una época en donde
reinaba campante la propaganda y la impunidad política. Donde el dinero
puede todo: y arrasa las poblaciones “bananeras” con sus máquinas de
hacer dinero para personas que no se ensucian la camisa.
Algunos ejemplos citados en el video y los cuales pueden constatarse fácilmente haciendo una búsqueda en Google:
Quitaron la prohibición del alcohol en
estadios brasileños para beneficio de su patrocinador Budweiser, aún
cuando esta medida había sido materia de seguridad nacional. Proteger a
Budweiser de una ley hecha para proteger a las personas.
La Copa del Mundo de Qatar 2022 está
rodeada de una sombra de acusaciones de sobornos: recibiendo
petrodólares para mover el campeonato a un lugar en donde es imposible
mantener un buen nivel de juego (a 40°C) y no existe tradición
futbolera, aparentemente prostituyendo la esencia del balón. Asimismo,
las construcciones de los estadios en Qatar en los que se contratan
trabajadores a bajísimos sueldos y se les somete a condiciones de
trabajo inhumanas es considerada una forma de esclavismo moderno (más de 500 trabajadores han muerto hasta el momento: sacrificados a los dioses de la cancha).
La FIFA recibe numerosas exenciones para no pagar impuestos; incluso
condiciona a los países sede a modificar sus normas para que se pueda
realizar el evento. A la postre, esto resulta en que la FIFA y sus
socios ganen dinero, pero no el país sede. Y, sin embargo, Blatter
mantiene que la FIFA es una organización sin fines de lucro –con una
“reserva” de mil millones de dólares en el banco. Tal vez no sea extraño
que el expresidente de la federación inglesa de futbol, Lord Triesman, llamó a Blatter el “Don Corleone” de la mafia de la FIFA.
El poder supranacional de la FIFA pudo
observarse en Sudáfrica con la creación de una Corte FIFA en la que se
llegaron a juzgar personas. Esto resulta increíble: que la FIFA tenga el
coeficiente moral después de diversas acusaciones –algunas con notable
evidencia– de aceptar sobornos.
Para seguir alimentando a la gallina de
los huevos de oro es necesario crear estrellas y que se presenten
partidos con equipos de gran convocatoria, clásicos del futbol: “los que
todos quieren ver”. De igual manera es útil (en el sentido utilitario,
usurero) que el país local avance a las últimas instancias del torneo.
Siempre se ha considerado una tradición que la FIFA ayude al país local
con un sorteo amigable y posiblemente con ayuda arbitral. Pudimos ver
esto claramente en Corea-Japón. En este caso existen acusaciones de que
Brasil ha sido ayudado especialmente en el partido inicial contra
Croacia y en el último con Colombia en el que, pese a que los brasileños
instauraron un estilo aguerrido que recordaba a otro deporte de
contacto para sacar de sus casillas a los colombianos (que en este caso
jugaban como brasileños; los brasileños jugaban como uruguayos), apenas
recibieron un par de tarjetas amarillas.
Desde hace unos meses el diario La Nación
expuso que contaba con información anticipada de que Argentina sería
cabeza de serie del sector F, en el que se zanjaba su camino a la final,
especulando que podía haber un arreglo. Argentina jugaría cerca de
Argentina, donde se podrían llenar más fácil los estadios y se
ahorrarían las incomodidades de atravesar el enorme territorio
brasileño. Argentina, sin duda, ha tenido el camino más sencillo para
llegar a las instancias finales.
Todo esto con la aparente teleología de
llevar a Argentina (país vecino con una enorme fanaticada que cuenta con
el máximo astro del futbol) a la final, para que se encuentren las
potencias. Argentina vs Brasil es el encuentro que desea el poder
político –un encuentro que no sólo es económicamente atractivo; tiene el
elemento conciliador o distractor necesario para que ambos países
puedan aplacar las quejas y sortear momentáneamente sus particulares
crisis. Y, sin embargo, para que el negocio siga rodando se necesita un
mínimo de credibilidad y ahí es donde puede entrar la magia del
futbolista en la cancha para, tal vez, cambiar el designio que viene
desde el Olimpo.
¿Hasta que punto todo esto es
conspiranoia, inflamación partidaria que llena de morbo este juego?
¿Hasta qué punto la FIFA da línea a los árbitros y hasta qué punto
simplemente ceden a la presión, al pulso inmenso de un país? Quizás
podamos sondearlo en los partidos de semifinal.
Twitter del autor: @alepholo
Fuente: pijamasurf.com
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