Hoy se celebra el Día Mundial de la Lucha Contra la Desertificación y la Sequía
A 20 años de su primera celebración la lucha
contra la desertificación parece estar más viva que nunca. Nuestro país
no se queda atrás y según un estudio de la Universidad de Chile las
precipitaciones podrían disminuir hasta un 40 por ciento en la zona
central en las próximas décadas.
Un día como hoy hace exactamente 20
años, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) decretó
oficialmente al 17 de junio como el Día Mundial Contra la
Desertificación y la Sequía. La idea era generar conciencia pública
sobre este grave problema e intercambiar conocimientos y experiencias a
través de la creación de la Convención de la Naciones Unidas de Lucha
Contra la Desertificación.
Según cifras de la ONU, cerca de 1.500 millones de personas en todo el mundo viven en tierras que están en proceso de degradación, y lo que es más alarmante, un 42 por ciento de la población más pobre del planeta habitan en áreas que ya están degradadas. Además, se cree que 110 países son afectados por la desertificación y que cada año se pierden seis millones de hectáreas de tierra productiva. Por este motivo, se estima que para el 2020 unos 60 millones de personas migrarán desde zonas desertificadas de África subsahariana hacia África del Norte y Europa.
La desertificación es un proceso
generado por acción del ser humano sobre la tierra a través de la
sobreexplotación de sus recursos. Entre sus principales causas asociadas
se encuentran el sobrepastoreo, la agricultura intensiva, los incendios
forestales y la expansión urbanística. Este proceso trae consecuencias
nefastas para la población local, lo que genera un círculo vicioso entre
desertificación y pobreza. Este fenómeno ha sido estudiado por diversos
expertos y organizaciones internacionales ya que es la causa principal
de que el proceso de desertificación no pueda revertirse.
La relación se
explica de la siguiente manera: una población pobre que vive de la
tierra tenderá a tener prácticas extensivas de bajo nivel tecnológico.
Esto significará que sus productos no puedan ser vendidos al mejor
precio o que no obtengan rendimientos significativos. Al mantener un
bajo nivel de ganancias se aumentará la presión de la comunidad sobre el
suelo, intensificando sus formas de producción para obtener más y
mejores resultados, especialmente a través del sobrepastoreo y el uso de
técnicas agrícolas intensivas. Así, el suelo se irá degradando y las
posibilidades de obtener una agricultura sustentable y que dé ganancias
positivas serán cada vez menores, lo que irá perpetuando a esa comunidad
en la pobreza y en un ambiente degradado.
Por otra parte, la sequía es un proceso
natural que está siendo agravado de manera significativa por el ser
humano. Conocidos son los efectos que producirá el Cambio Climático a
nivel global, agudizando desastres naturales y afectando a millones en
todo el mundo. El caso de nuestro país es serio. Según el “Estudio de
Variabilidad Climática en Chile para el Siglo XXI”, elaborado por la
Universidad de Chile, las precipitaciones en la zona central tendrán una
disminución cercana al 40 por ciento para fines del siglo. Esto, sumado
al aumento de la temperatura en las próximas décadas, desplazará la
línea que divide a las áreas climáticas de Chile. Es decir, Santiago,
Rancagua y otras ciudades de la zona central tendrán un clima parecido
al de la Región de Coquimbo, pasando de semi-desértico a desértico.
Asimismo, el citado estudio predice un aumento en la isoterma (línea que
marca los cero grados) en unos 200 a 500 metros en la zona central.
Esto significará, que en vez de nevar, en ciertas áreas cordilleranas
tendremos precipitación en forma de lluvia, lo que puede traer consigo
aluviones de gran escala.
En nuestro país el avance de la
desertificación y la sequía se debe en gran medida a factores
antrópicos. Las malas prácticas agrícolas que se desarrollan en la zona
central están cobrando cada vez más terrenos fértiles, transformándolos
en áreas con gran erosión y desprovistas de vegetación. Además, la
explotación del bosque nativo y el sobre pastoreo en áreas cordilleranas
traerá en el futuro una pérdida masiva de suelo, generando un aumento
en la cantidad de hectáreas con desertificación.
La sequía, si bien está ligada al clima,
puede ser combatida con medidas para cosechar agua, maximizando su
aprovechamiento y educando sobre su conservación.
Según la página web de la ONU, la
consigna para este año es “concienciar acerca del potencial de la
adaptación basada en los ecosistemas —es decir, la conservación y mejora
de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos para incrementar la
resiliencia ecológica y reducir la vulnerabilidad de la población—, como
estrategia para hacer frente a los efectos del cambio climático,
especialmente en las tierras áridas”. Esto debido a que los ecosistemas
que tienen una mejor salud son más resistentes a las alteraciones del
clima.
Por Nicolás Ruiz
Fuente: eldesconcierto.cl
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