Miraba
el mundo a sus pies coronada de plata y olvido.
Y
estaba bien mirando en la distancia.
Pero
una noche, distraída, se acercó demasiado a la Tierra y se le enredaron los
dedos en las ramas de un árbol.
Cayó
de pie sobre la hierba y de repente le salió al paso una sombra oscura: pelo
crespo, ojos negros y una sonrisa lobuna.
Aullidos
y risas y rumor de estrellas entre las hojas.
Pero
todo lo que empieza acaba y el lobo volvió al bosque y la luna al cielo.
Cuenta
la leyenda que antes de separarse, la luna le robó al lobo su sombra para
vestirse de noche el rostro y recordar el aroma de bosque.
Y
que desde entonces el lobo le aúlla a la luna llena que le devuelva su
sombra...
“Una cosa no es justa por el hecho de ser ley.
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