Cuando
estamos en los montes sentimos plenamente toda la vida que en ellos se esconde.
El canto
de los pájaros, el corretear de lagartos, un conejo despistado, las grajas a
gran altura, el olor a naturaleza, el aruyo de las hojas o el runrún de la
brisa que surca el aire, Cernícalos, Búhos, Palomas, Ratones, Águilas,
Halcones, Abejas…
Todo es
vida, infinidad de clases de vidas, desde la más chiquitina, que casi nunca
vemos, hasta la más grande que vuela sobre nuestras cabezas, y hasta su olor
fresco es vida.
Cuando el
monte se quema todo es muerte.
Silencio,
silencio y muerte.
Vidas que
se pierden en el silencio, que no se nombran, salvo que exista una especie en
peligro de extinción o vulnerable, todos lo demás no importa, esa es la
realidad.
Luego
están los animales domésticos, los que dependen más del hombre, los que durante
toda una historia, nuestra historia, los hemos utilizado, los que hemos
amansado para nuestro bien y disfrute, esos se nombran muchísimo menos, por no
decir que no se nombran nada.
Solo se
oyen pérdidas, subvenciones, ayudas, y lo más que se puede oír, si es que se
oye algo es, animales, y ahí queda todo…
Es como
si hubieran muerto personas y dijéramos, han fallecido seres humanos, tantos….
y nada más.
Y que
nadie se eche la mano a la cabeza diciendo que no hay comparación entre unas
vidas y otras, porque la vida es vida allí donde se encuentre y pertenezca a
quién pertenezca. Estas vidas no se nombran, no salen en las noticias, y mucho
menos se ven.
Una vida
no tiene precio, ninguna se puede valorar en tanto o cuantos euros, una vida
jamás se recupera por muchos euros que se den, las vidas no son pérdidas o
ganancias, la vida es vida, con un aliento, con una sangre, con una
personalidad, con su vista o sus oídos, con su voz propia, con sus miedos y sus
temores.
No
quisiera verme al lado de esos animales que mueren en los incendios, no
quisiera sentir el sufrimiento y el pánico que habrán sentido, los animales no
son pérdidas, porque no son cosas materiales, son vidas, de otra especie, pero
vidas al fin y al cabo.
¡Que cada
pirómano, cuando prenda su llama, sienta el calor de ésta!
* Palabras al Aire
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus palabras siempre serán bienvenidas.
Gracias.